Cuentan sus compañeros que en la previa del partido ante Inglaterra por los 8° de final del Mundial de México 1986 Diego no habló. No fue el mismo, no fue bromista, termino de cenar y se dirigió a su cuarto sin emitir una sola palabra, nadie se atrevía a preguntarle que sucedía. Llegó la hora del descanso y Diego descanso como nunca. Al otro día, previo al partido, la actitud no cambio. Ya en el campo de juego y tras sonar las estrofas del himno nacional argentino, el “10” giro, miro a sus compañeros antes de romper filas y pronunció estas palabras según cuentan los protagonistas…” esto es por los pibes, por nuestros pibes”. Palabras más palabras menos, Diego preparo la “venganza” a sabiendas que no está bien mezclar futbol con política. Poco importa, Diego elaboro la revancha, se puso un país al hombro y al menos momentáneamente cicatrizo la herida de tantas vidas perdidas injustamente en aquella absurda guerra de Malvinas. Eso era Maradona, por ello logro la inmortalidad, por ello quedo en la historia. Por su futbol, único, pero también por ponerse al hombro cuestiones extra futbolísticas tan emparentadas por el pueblo.